Hola Noahita. Qué días hemos tenido. El calor nos está ahogando. Tú estás que devoras las paletas de hielo. Se ve que te encantan. De hecho, te acabas las que te compramos solo a ti y terminas quitándonos las nuestras. Por cierto, ya no más paletas por un buen rato. Te has enfermado y ahora estamos pagando la consecuencia entre todos. Tú sufres de dolor y aguantas tomar tu medicina, y nosotros estamos con el pendiente de seguir cuidando que te mejores. Mamá te monitorea la temperatura todo el tiempo porque así debe ser. Se nota que te sube porque dejas de ser quien normalmente eres. Ya te lo he dicho. Ese alegre, bailador e inquieto niño que nos encanta ver.
Oye, cambiando de tema, ya noté varias cosas en tu forma de hablar. La gente ya lo percibe también. Con decir que ya te sabes el nombre de mamá y lo pronuncias muy clarito. También en varias ocasiones has llamado a tu tío con su nombre completo. Y te encanta jugar ‘veo veo’ porque a pesar de no saber pronunciar o decir las cosas, identificas perfectamente varias de ellas (reloj, avión, perro, carro, motocicleta, pájaro, árbol, y más), eres un niño muy inteligente y te lo digo a cada rato.
Deja te platico que ya eres más alto por centímetros, y eso se nota a leguas porque ya te estrellas en ocasiones en aquellos lugares en los que cabías de pie perfectamente, la mesa del comedor ya te hizo llorar, y alguno que otro juego infantil en los restaurantes también ya te dieron su primer encuentro. Pero, hasta eso que lo has tomado con mucho aprendizaje, porque resulta que una segunda vez no te ha ocurrido en esos lugares, te agachas cuando te acuerdas o cuando te decimos »¡cabeza! Noah, ¡cabeza!».
En la escuela parece que no hay algo fuera de lo normal, no pasa de una mordida a algún niño, pero eso está mal. Creen que sigo jugando rudo contigo, pero he tratado de ya no hacer que te muerdo de broma, ahora trato de remplazarlo por besitos. Y las veces que me has mordido, no le he dicho a mamá. Eso es un secreto de los dos. Y que ni diga nada tu mamá porque tu abuelo también guarda el secreto contigo. Lo sé, aunque no me lo hayas dicho. Yo los he visto, je, je, je. Somos hombres no payasos, y nos cuidaremos el secreto hasta siempre (o hasta que mamá lea esta carta).
Hablando de payasos, ¿qué tal ese concierto de Plim Plim?, te encanta verlo, y bailar una que otra canción de él. Al principio estabas un poco atónito, pero no duro mucho eso. Fueron pasados un par de canciones hasta que entendiste que era momento de bailar esas rolas que te gustan de él. Y a ratos te sentabas en mí mientras comías palomitas y disfrutabas del show.
Espero que nos des pronto la sorpresa a mamá y a mí de que te mejoras de tu gripa, y que por fin le ganaste nuevamente la batalla a ese bicho que de vez en cuando te ataca.
Espero escribirte pronto. Te amo mucho flaquito. ¡bye, bye!