¡Hola mi querido Noah!
Hace tiempo que no te escribo, ¿será porque no he tenido tiempo? O tal vez es que has tenido tantos cambios que no sé ni por dónde empezar. Lo que sí sé es que estoy disfrutando mucho de estos momentos que compartimos tú, mamá y yo.
Ahora que hablas más y te expresas tan bien, me encanta verte crecer y volverte cada vez más independiente, corriendo de arriba a abajo, con esa energía inagotable. Estás a punto de regresar a la escuela después de unas merecidas vacaciones, y aunque no descansaste de tus clases de natación, mamá y yo sabemos que te has esforzado mucho. Aunque te has puesto un poco rebelde con los ejercicios desde que te enfermaste, confiamos en que pronto volverás a disfrutarlos como antes.
También estás en pausa con tu escuela de inglés, pero no has olvidado el “please” ni dejas de reconocer algunas palabras cuando te señalamos objetos. Aún no las dices por completo, pero mamá y yo hacemos lo posible por apoyarte. Aunque no somos expertos en el idioma, queremos darte la oportunidad de aprender algo que te abrirá muchas puertas en el futuro. Estoy seguro de que serás increíble en todo lo que te propongas.
Por cierto, ya saltas con los dos pies y regresas al suelo muy bien, y eso me hace pensar que pronto dejarás el pañal. El tema de la mamila y la leche… bueno, lo dejo a tu ritmo. La pides con tanto cariño por las noches y madrugadas que sé que, cuando estés listo, tú mismo decidirás dejarla. Yo no quiero ser quien te aleje de tu querida “echita”.
Te escribo luego, mi amor. Papá te ama con todo su corazón.
¡Papááááá!